domingo, 27 de enero de 2013

LOS BUENOS HÁBITOS VUELVEN, LA COCINA DE APROVECHAMIENTO



Los hábitos de antaño, como la mermelada de la abuela 

o rayar el pan seco, vuelven a hacerse patentes. 

Los datos sobre el derroche alimentario, que no son novedad, son preocupantes y es hora de volver a rescatar los viejos hábitos a la cocina y crear innovando recetas sin tirar ninguna migaja.
A lo largo de las últimas décadas, la cultura de la sobreproducción alimentaria ha forzado un cambio gradual en los usos de las cocinas de todo el mundo y el exceso ha contribuido a crear nuevos hábitos, a menudo poco respetuosos con el entorno, tanto social como medioambiental. Actualmente, en tiempo de crisis económica pero también social o moral, las viejas costumbres vuelven a la cocina y el aprovechamiento y la elaboración de conservas caseras, para destacar un ejemplo, vuelve a estar a la orden del día.


Llega la cocina de aprovechamiento a los mercados

La comida que queda al fondo de la nevera, los huesos, la fruta muy madura o, incluso, las hojas de las zanahorias o la piel de patata pueden tener una segunda oportunidad a la cocina si los usamos para reinventar y crear recetas agudizando el ingenio. Dice el dicho que “de las sobras se hacen obras”, y es de aquí de donde nace la voluntad de reaprovechar creando mientras se disfruta a la cocina. En este contexto, en 2011 el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha la campaña “En la cocina, reduce residuos” enmarcada dentro del Plan de Prevención de Residuos de Barcelona con el objetivo de reducir un 10% la generación de residuos a la ciudad. El Instituto Municipal de Mercados de Barcelona también se ha querido sumar y, conjuntamente con la Agencia Catalana de Residuos y Spora, que hace un año que realiza talleres de aprovechamiento en Barcelona, han organizado toda una serie de talleres de cocina de aprovechamiento en varios formatos con el acompañamiento de una “ecococinera” que “consigue unir la parte tradicional de la cocina con la creatividad”. También se harán varias acciones teatralizadas en diferentes mercados municipales de cara a primeros del 2013, con el ánimo de introducir nuevos hábitos y actitudes de prevención del derroche alimentario entre la ciudadanía.

Estos talleres abiertos y gratuitos van dirigidos a un público familiar y de mediana edad  ya que la gente mayor está más acostumbrada a aprovechar toda la comida. En estos talleres se le intenta dar más importancia a la conciencia que a la receta y al final de los talleres se enseña el cubo del residuo orgánico, y…  que hemos tirado? Nada
Cada catalán tira anualmente cerca de 35 kg de comida según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), , es decir, 96 gramos diarios.
Evitar el derroche supone un ahorro económico para los consumidores y la administración y una reducción del impacto ecológico, pero sobre todo se trata de una cuestión puramente ética y social, y más si tenemos en cuenta que la producción de alimentos mundial es 1,5 veces mayor que la demanda, aunque no todo el mundo pueda acceder del mismo modo. 


Una buena planificación de la compra es clave

Hacer la compra es mucho más que aprovechar aquel rato libre del día. Una buena compra se basa en dos pilares fundamentales: diseñar un menú semanal que proporcione una dieta equilibrada sin descuidar el bolsillo y hacer una buena lista calculando las raciones que se necesitarán y evitar así comprar a lo loco. Mirando además de lo que disponemos en la despensa.

Alargar la vida de la comida con una buena conservación


Dejar la compra mal puesta o un plato ya cocinado a la nevera sin cuidado, puede suponer la pérdida de aquellos alimentos. Es por eso que un segundo punto esencial a tener en cuenta en cuanto a la reducción del derroche alimentario en el ámbito doméstico es la correcta conservación y almacenamiento de los alimentos para poder alargar su vida y evitar la pérdida de sus propiedades nutricionales.
Por un lado, hay alimentos que se pueden conservar bien a la despensa, pero otros tienen que ir a la nevera, y hay que parar mucha atención a la hora de organizarlos en los diferentes estantes vigilando qué tiene la temperatura más adecuada. Por ejemplo, arriba de todo van los lácteos y los embutidos, a la parte central reponen los alimentos cocinados dentro de recipientes cerrados, a los cajones se colocan las verduras y las frutas y, finalmente, en la parte inferior, va la carne y el pescado. Al congelador, todos los alimentos crudos o cocinados que no se consumirán enseguida. Por otro lado, la elaboración de conservas caseras es una actividad que a pesar de que se realizaba desde hace muchos años para hacer frente a posibles épocas de escasez o para consumir alimentos fuera de temporada, ahora se ha perdido la costumbre. Elaborar conservas puede ser clave tanto por el hecho de disfrutar a la cocina con la elaboración de conservas originales y creativas, como para la economía doméstica, puesto que aprovechar una promoción del mercado puede resultar muy beneficioso para el bolsillo. Hay de todo tipo y para todo tipo de alimentos, pero las más habituales son el escabeche, el “chutney” (un preparado de origen indio para conservar frutas y verduras hecho a base de azúcar, vinagre y especias picantes), la mermelada, en sal, en vinagre, en aceite…

El Banco de Alimentos


Hoy por hoy todavía somos muy lejos de la reducción total del derroche alimentario; aún así, ya son unas cuantas las iniciativas que existen para dar salida en los excedentes alimentarios que se generan en diferentes puntos de la cadena alimentaria. Una de ellas es la Fundación Banco de los Alimentos, una fundación benéfica privada, independiente y sin ánimo de lucro que trabaja para evitar que los alimentos consumibles pero no comercializables sean destruidos y los hace llegar a las personas que más lo necesitan del entorno más inmediato.
La colaboración con el Banco de los Alimentos es muy abierta, puesto que tanto puede contribuir una empresa con excedentes de productos consumibles como personas a título individual a través de donaciones de alimentos, donativos económicos o, sencillamente, haciéndose voluntarios de la fundación, contribuyendo así en una iniciativa de prevención del derroche alimentario pionera en el ámbito estatal.
Fuente:http://somdemercat.cat

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